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Escritores Noveles

Mi amigo el de los lirios

septiembre 25, 2020

Mi amigo el de los Lirios, By: Gianna Quinto

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Soy una artista que ha dibujado desde que tengo memoria. Ahora que tengo mi carrera, familia, casa y empleo, me siento complacida con la vida; pero… ¿Cómo fue hace dieciséis años atrás? Así como amo el arte, amo leer, en la vida he disfrutado de largos tiempos de lectura diaria, pero jamás encontré una historia similar a la mía.

No sé cómo llegué a este punto. Tal vez llegué porque hoy es mi cumpleaños o porque mis flores finalmente florecen o porque me dieron una gran noticia o solo porque simplemente tenía que llegar a este punto; en fin, lo que conforma el hoy es especial, incluso esto, un escrito a lápiz en un desgastado cuaderno, que relata la historia de un ser que era y es, que ama las flores (en especial las Lycoris radiata).

Él no se acerca a las personas comúnmente, disfruta de estar en la oscuridad, en el silencio, en la sombra.

No espero que me creas, después de todo, soy una persona común, que solo quiere relatar la historia de cómo Él, a través del dibujo me dio esperanzas, de cómo a través de su observación, me dio una segunda oportunidad de creer en la vida.

Ahora ¿qué es Él? Te preguntarás, pues la verdad no lo sé, ni Él lo sabe, no sabe cómo nació, o si alguien lo creó, o si es la siguiente mascota deportiva; es similar a un pequeño niño, con una chaqueta blanco y negro y con un… supongo que eso lo explicaré pero adelante.

Y, ¿por qué terminaste conociendo algo que no es humano Eloinne? Dirás, eso fue solo una coincidencia, si no hubiese encontrado su flor del infierno, nunca se habría mostrado, recuerden que Él disfruta de observar, no de ser observado. Pero para explicarte como encontré su Lycoris radiata, debo explicarte primero como llegue a ese sitio.

Ah, por cierto, me llamo Eloinne, soy Eloinne. Rosales.

Yo realizaba la típica decoración escolar, estaba encargada de pintar un gran árbol en la puerta, para ese entonces no practicaba mucho la pintura, mamá me había enseñado lo práctico, y solo lo hacía en nuestros tiempos juntas. Realmente me gustaba más el dibujo. Se acercaba el aniversario número trece de nuestra escuela y preparábamos el salón; al salir algo tarde, me dirigí por el camino más corto para llegar rápido a casa, el clima hostil me apresuró a correr, las gruesas gotas de lluvia comenzaron a chocar en mi rostro y en un instante se había convertido en llanto perenne de las nubes.

Solo faltaban unas cuadras, para eso ya me encontraba empapada y temía resbalar y caer.

Llegando a mi vecindario una muchedumbre rodeaba la casa, un poco más cerca, vi las luces que irradiaba una patrulla, muy ansiosa busqué averiguar que ocurría, me escabullí entre las personas para poder pasar, pero un fuerte brazo cortó mi maniobra, y me llevó hasta una unidad. La puerta de madera estaba abierta, un frio sudor recorrió mi espalda y respiraba con dificultad.

No lograba comprender los hechos, pero sentía la mirada furtiva de algunos; en ese momento los rostros preocupados de mis vecinos, la cantidad de sonidos, voces, e imágenes que se producían en mi mente, agotaban la poca tranquilidad que quedaba. Observaba desde una ventana como entraban en grupos de cuatro, hombres uniformados hacia casa, desplegándose hacia la parte posterior; no pasó mucho hasta que una mujer de piel morena entrase al auto, recuerdo que una parte de mi quería una explicación mientras la otra temía por la respuesta.

— Oye pequeña, necesito que recuerdes la dirección de algún familiar —dijo.
—No tengo mas familiares —me limité a decir, mirando al horizonte.
— No te preocupes dulzura, ya encontraremos la manera de ayudarte —repuso— ah, por cierto… me llamo Brenda— agregó.

Ella al igual que yo se encontraba sudorosa, arrancó al auto y empezó a conducir realizando algunas llamadas en el trayecto. Yo por mi parte divagaba entre una y otra idea, pero me era imposible pensar. Después de transcurrido cierto tiempo, llegamos a una casa muy decorada de un ligero tono amarillo mostaza con muros blancos, donde un pequeño salió a nuestro encuentro, abrazándola entre las piernas.

— ¡Mamá! —exclamó. Al entrar, observé que era un lugar amplio y confortable, Brenda me llevó a una habitación.

— Aquí pasarás la noche, ¿sí? —dijo— mañana volveremos a hablar, pero por ahora debes descansar.

Asentí, mientras me despojé de la chaqueta mojada y la entregué en sus manos. Recuerdo que mi cerebro repetía como disco rayado «volveremos a hablar » una, otra y otra vez, tanto así que me dormí cuando el cielo comenzaba a dar ligeros destellos de luz. Al día siguiente me desperté muy tarde.

Mi primer pensamiento fue sobre mis deberes escolares del día anterior; solo al finalizar esta idea, es que caí en cuenta de mi trágica situación. Bajé los escalones apresuradamente y me dirigí hasta la cocina, donde fui recibida por los gratos olores y la sonrisa amplia de Brenda. — Sírvete lo que gustes, —agregó, mientras indicaba con la barbilla hacia la mesa. Tomé unas panquecas condescendientemente, y con un tono angustiado pregunté:

— ¿Qué es lo que realmente sucedió ayer?… ¿mamá esta bien? — Cariño, —dijo pausadamente— después de tomar el desayuno, vendrás conmigo a la comisaría, hay un hombre amable que te hará unas preguntas y necesita que se las respondas.

Quiero aclarar que ya en este punto estaba muy predispuesta a escuchar algo malo, cursaba el sexto y ya conocía como funcionaba el mundo, de sus problemas, de la bondad y la maldad.

Llegando al lugar, esperaba poder encontrar a mis padres, así como en la televisión se veía que se reunían, y se abrazaban mientras la madre soltaba una que otra lágrima. Pero no fue así, en la entrada nos aguardaba un hombre calvo y barbudo, quien nos guió hasta una oficina.

—Pueden sentarse —dijo el hombre con un acento carrasposo y con amabilidad impuesta— siéntanse cómodas.

— Gracias —respondimos. La habitación se hallaba congelada, sentía que el aire acondicionado traspasaba hasta mis huesos.

— Muy bien… Eloinne, ¿no? ¿Ese es tu nombre? es un muy bonito nombre—dijo— yo me llamo Luis, y necesito que me ayudes ¿de acuerdo? okey, necesito que me respondas unas preguntas.

— De acuerdo—respondí.

— Aja, comencemos… bueno Eloinne háblame, ¿Cómo son tus padres? ¿a qué se dedican? dime todo lo que quieras. « ¿Por qué quiere hablar de mis padres?» —pensé— ¿Qué ocurrió con mis padres?

— Eloinne, necesito que me respondas, —dijo con un tono autoritario— ¿Ellos discutían? — ¿Qué pasa con ellos? —Eloinne, debes saber la verdad…—agregó, Luis sacándose los lentes.

— ¡Luis, detente, aún no está lista! —exclamó Brenda. —Sacudió la cabeza, como controlándose nuevamente— Eloinne, tu… ¿Tu qué edad tienes?—preguntó.

«Este hombre no me cae bien, me molesta» —pensé— Brenda, ¿Podemos irnos? —musité, algo incómoda.

En ese momento el hombre llamado Luis había perdido los estribos, tal vez era porque para ese tiempo en la comunidad, no ocurrían esa clase de eventos, esa noticia impactó a todas las familias de la zona y todos buscaban respuestas.

Pasaron algunos días de exhaustiva investigación, esperando cualquier indicio sobre el caso; Luis cada mañana seguía preguntando con ese tono amable – autoritario, mientras tanto me quedé con Brenda, quien me trataba como una hija más, siempre hablábamos de esas cosas triviales, la tienda de dulces, la importancia de estudiar, las donas más deliciosas de DulSonia; pero en el fondo extrañaba mucho a mi madre. Todo se manejaba bastante bien, hasta que llegó ese dia, donde debía volver a la comisaría, recuerdo que en el momento del interrogatorio, en aquella mañana de otoño, fui obligada a aterrizar abruptamente en mi realidad. —Hola Eloinne, ¿Cómo te encuentras hoy?

— Preguntó Luis— oye ¿Sabes?, hoy decidimos cambiar las cosas, yo haré dos preguntas, y tú continuarás con otras dos ¿te parece bien? Para esta reunión habían dejado afuera a Brenda, ella no se interpondría en los asuntos del detective Luis y yo.

—Supongo que está bien—contesté alzando los hombros. — Bueno, quisieras decirme, el ultimo dia que fuiste al colegio ¿en qué te ocupaste la ultima hora? —Eh, trabajaba, pues… yo, yo estaba decorando un árbol para el aniversario escolar — respondí— pero, como no soy muy buena recortando me quedé un poco más tarde.

— Ah, o sea que, si no, hubieses llegado más temprano ¿verdad? « ¿Qué habría pasado si llegaba temprano? » —pensé.
— Supongo que sí. —Hmm… está bien, está bien, oye y… cuando piensas en tus padres ¿Qué es lo primero que piensas?

—Pues… no lo sé, trato de no pensar mucho en ellos. — ¿Por qué? ¿Acaso has visto discusiones entre ellos? —No pienso en ellos y aún no sé qué ocurrió esa vez, y ¡Parece que nadie me lo quiere explicar!

—Tienes razón —asintió bajando la cabeza—así que adelante ¿Qué me vas a preguntar? Pero no sabía qué preguntar, todas las preguntas me daban miedo, presentía que todas terminarían en una mala respuesta.

En este momento mi respiración se agitó, balbuceé algo y no pude decir nada.

— ¿Sabes qué? podemos… vamos a hacer algo, ¡Oye, William, necesito que traigas al 45! ¡Ahora! « ¿Qué está haciendo?» —pensé.

Un hombre alto y blanco entró por la puerta, siendo empujado por un guardia. De inmediato lo reconocí y todo mi ser se crispó mientras me invadían varias emociones, no dudé ningún momento de que fuera él, pero tenía muchas cicatrices y el ojo izquierdo amoratado; se veía cansado y no fue capaz de sostenerme la mirada.

— ¿Sabes porque está aquí él? —…No, no lo sé. — Eloinne, ¡lo haces cada vez más y más difícil! —suspiró con un gesto de cansancio — ¿Sabes porque sé que me mientes? porque tu padre nos contó que tú siempre estabas presente cada vez que discutían, cada vez que él la amenazaba, así que debes entender, que él está aquí porque esta vez, fue demasiado lejos ¿Entiendes lo que te quiero decir Eloinne? —…

— ¿No dirás nada otra vez? ¡Porque tengo que empujarte hasta este punto! ¡Comprende que si tú no me ayudas a aclarar los hechos, esa mujer habrá muerto en vano!

—lo dijo en un impulso y creo que lo lamentó poco después. Y recuerdo que cuando exclamó “esa mujer” sentí un terrible dolor en el pecho, mi vida se fracturaba en mil pedazos, sentía que caía en un abismo sin fondo… y creo que desde ese momento olvidé como emitir palabras. El detective Luis ordenó a que saliese el hombre esposado, el mismo estaba muy incómodo, se encontraba sudoroso y evitaba cruzar mirada conmigo.

Él se había excedido, y no podría reparar su error, lo sabía bien. La verdad es que desde este punto no recuerdo el transcurso de los días siguientes, de hecho, no me hicieron volver al lugar y de ahí en adelante fue de mal en peor. Brenda no podía continuar cuidándome, los reporteros rápidamente supieron que “La hija del asesino Tomás. Rosales quedó en estado de shock, después del reencuentro…”. No pasó mucho tiempo cuando tuve que asistir al orfanato de Gelinha, en donde había muchas niñas de mi edad, los entes superiores consideraron que era lo mejor, debido a mi terrible estado emocional.

Y dirás… ¿Cómo hiciste para continuar tu vida, sin poder hablar?

Simplemente utilizaba un cuaderno para comunicar lo necesario (Y digo lo necesario porque no me gustaba casi usarlo). ¿Qué es lo primero que recuerdas antes de llegar Eloinne?

Pues lo primero es, las hojas de otoño siendo mecidas por el viento, el agradable olor del cigarrillo que llegaba al auto mientras recorría muy cerca de los novedosos edificios de grandes ventanales; recuerdo que lo único que quería, era tener el calor de una familia, para fingir que nunca paso nada.

Estaba terminando la estación, así que el frío invernal no nos asombraba, no faltaban más que unas cuantas hojas resecas que se aferraban fervientemente a las ramas, porque ellas aún no aceptaban que era hora de ser olvidadas. « Que envidia me dan, si tan solo hubiese algo a que aferrarme »—pensaba.

Al llegar una amable mujer apareció en la entrada del lugar. —Me llamo Linda es un placer, déjame ayudarte con tus maletas —dijo.

Asentí acompañándola al edificio, cuando entré por primera vez a ese lugar, observé las distintas áreas; había una escalera con unas flores artificiales en la baranda, una gran sala con muebles grisáceos frente al fuego y en el fondo de un pasillo, se encontraba una puerta de roble decorada con bordes dorados, algo que captó mi atención, pertenecía a una habitación sin pase permitido, pero por el pequeño orificio de la llave asomaba un destello de luz titilante, acercando mi ojo derecho pude ver un caballete que se hallaba cubierto de polvo y ceniza.

Mi mente evocó rápidamente las dulces horas de arte compartidas con mamá, admito, estaba muy feliz de encontrar finalmente un caballete, después de todo era la vía como afloraba mis sentimientos y sueños.

— Ya puedes subir pequeña —repuso Linda con una amable sonrisa, a lo que asentí.

Mi habitación estaba subiendo las escaleras, así que dejé ese asunto pendiente para el día siguiente. Me informaron que compartiría habitación con otras tres niñas y lentamente desempaqué mi maleta, bajo la mirada burlona de ellas, hubiera deseado no ser el centro de la atención. En la mañana siguiente el viento estremeció la ventana, mis pies congelados ansiaban esconderse del frío clima debajo de la cobija, sin poder lograrlo; al despertar busqué mis zapatillas, y recuerdo que ese día busqué en mi maleta y en mi casillero pero no se hallaban, lo notifiqué a Linda, quien me ayudó inmediatamente y después de horas de búsqueda lo localizaron amarradas a las ramas del cerezo que bordeaban nuestro edificio.

— ¿Quién ha hecho esto? —preguntó mirando hacia las demás.

Todas guardaron silencio, desde ese momento comprendí que mis compañeras no me aceptaban. Luego de clases, fui hacia la puerta misteriosa y con la ayuda de mi libreta (donde anotaba mis ideas) supliqué que me permitieran entrar a cambio de encargarme de asearla.

Estaba vacía y llevaba mucho tiempo descuidada, con tierra e incluso moho en las esquinas; se encontraba cerrada, desde que una niña aseguraba que estaba infestado de ratas, porque se escuchaban mover cosas, y se perdían todas las flores que colocaba en su escritorio.

Fui limpiando dia tras dia con ayuda de Linda, hasta que el ventanal permitía ver gran parte de un precioso jardín donde en primavera renacerían las rosas.

Para el dia en que lo terminé había ideado un plan, Linda me había propuesto que me escabullese al término de la noche, cuando ya todas estuvieran dormidas, bajando mí pequeña cama a la intimidad de esa habitación que ya consideraba parte mía.

Y que ella al dia siguiente, con un poco de suerte lograría convencer a la superior para que permitiese ocupar la estancia.

Ahora Eloinne, y ¿Cuándo aparece Él? El aparece en mi segunda semana hospedada en el cuarto del pasillo, cuando olvidó su primera flor, la Lycoris Radiata.

Apareció en el centro de la habitación mientras me despertaba, me imagino que estaba muy nervioso como para darse cuenta de su olvido; así que ahí estaba, una elegante flor rojiza como la sangre, resaltando debajo del escritorio todo su esplendor otoñal.

Su estado de conservación era impresionante; estaba cortado en los tallos y aun así se mantenía hidratado, la recogí con mucho cuidado de no dañar sus delicados pétalos y la escondí donde nadie la hallase.

Al día siguiente sucedió que una segunda flor se encontraba en el centro de la habitación, y a la mañana del siguiente día se encontraba una tercera, decorando la lamparilla del escritorio.

Tres Lycoris radiata me fueron obsequiadas en perfectas condiciones, eran tan preciosas que no resistí la tentación de retratarlas en ese mismo instante. « Si estas ratas cuidan así flores, son las ratas más increíbles que he visto»

—pensaba al dibujar las Lycoris. Ni bien logre desocuparme, me deslice hasta la habitación, me encontraba sumergiéndome entre la belleza de la flor y la perfección del caballete (Era la primera vez que lo usaba para una obra propia).

Nunca antes había trabajado con flores, claro que ahora se cómo hacerlas, casi que con los ojos cerrados, pero para ese entonces me había demorado mucho, así que solo había logrado terminar una.

Mi mayor temor era arruinar la belleza de la flor, no porque tuviese que hacerla de nuevo, tenía material de sobra para volverlo a hacer, era porque si me equivocaba, habría ofendido al trio de delicadas flores similares a gotas de sangre, que se me habrían obsequiado en aquella mañana de invierno.

Sujeté el pincel con la mayor delicadeza he intento hacer el primer trazo de color rojo. De pronto, observé algo que me puso los pelos de punta. — ¿Qué es eso? —exclamé.

En el papel se hallaba escrito: « ¿Por qué no son rojas?». Sabía con claridad que nadie entraba a ese lugar (Supongo que no sabían cómo tratarme) pero estaba feliz, porque alguien estaba observando mi obra.

Cada vez que avanzaba el trabajo, encontraba una nota preguntando porque esto o porque lo otro, incluso recuerdo que me molestaba lo exigente que se ponía, hasta que finalicé la obra mas no obtuve un halagó exactamente.

Dijo: « Estoy perplejo, ¿Eso es lo mejor que puedes hacer?». (Por si se están preguntando, en este punto ya lo definía como Él, porque ya había aclarado que era masculino en sus preguntas).

Del cielo empezaron a caer pequeños copos de nieve, ya entrabamos a las épocas decembrinas y preparábamos los salones con adornos y decoraciones, en este tiempo Él ya me había pedido que pintase sus flores en un fondo de nieve blanca (Algo fuera de la realidad, ya que esta flor no es invernal) y esperaba que las terminase cuanto antes.

Primero buscaba alguna manera de pintar la nieve, era muy difícil y no sabía que color usar además de blanco, ¿Sería azul? ¿Gris? « Y si observas la nieve de afuera ¿No basta? Yo podría mostrarte un lindo lugar» Él me dejó indicaciones muy claras, y en efecto el lugar que me mostró era excelente, la nieve se encontraba muy limpia, se apreciaba la belleza del blanco decembrino en sus distintas tonalidades.

« Trabajé bastante en la limpieza, así que debería de servirte ». Cada dia me enseñaba algo nuevo, cuando necesité referencias sobre los verdes tallos del lirio, me guió hacia unas flores resguardadas del frio, que aun mostraban su toque amarillento y delicada textura.

« Estas las protejo cada noche de la nieve, pero no durarán mucho tiempo » Pronto descubriría que este extraño ciclo de preguntas e indicaciones de un desconocido, cambiaban mis pensamientos, y cada día quería sorprenderlo con mi avance, así como Él me sorprendía, con sus tesoros bien resguardados.

Una vez terminada mi segunda obra, esperaba muy ansiosa su opinión, aquel ser invisible dejaría su veredicto final en la oscuridad de la noche, donde nadie lo viese. « Esta muy bien, pero le falta algo de vida». Mensaje del dia siguiente: « ¿Podrías pintarlas nuevamente? Pero esta vez, con alguien que las sostenga ».

Era la tercera pintura sobre las Lycoris (Que ya las conocía casi de memoria).

Él quería que las flores estuviesen acompañadas de vida, o sea, son seres vivos que sienten al igual que nosotros, pero quería que pintase alguna persona de carne y hueso.

Recuerdo que yo jamás había pintado a una persona, mamá era la que trazaba a la perfección los rasgos humanos, pero después del accidente, solo quería dibujar espacios sin vida aparente (Tal vez porque era muy doloroso todavía pensar en los hechos anteriores, y porque en ese momento, mis únicos compañeros eran Él, los lirios y mis lápices).

Como no encontraba más ideas, me retraté a mí misma, sabía como trazar las líneas de las manos, como dar la apariencia de mi cabello enrulado siendo mecido por el viento, pero ¿Qué expresión debía colocar? Desde que había dejado de hablar, no miraba mi expresión y olvidaba como era la sonrisa en un rostro.

Al mirarme al espejo me di cuenta que mi sonrisa era falsa, algo faltaba en mis pupilas que opacaban la felicidad que intentaba transmitir, así que mi primer intento fue mi expresión de siempre (Algo similar a estar entre triste o perdida, debo aclarar). « ¿Por qué esta tan triste?»

—Fue la primera pregunta. Creo que a Él no le gustaba que tan preciosas Lycoris estuviesen con alguien triste. Así que lo intenté de nuevo, retratando a Alexa, (Una niña que sonreía cada cinco minutos) y cuando lo había terminado, esperé que le gustase. « Ella no está feliz, solo sonríe »

—Fue el segundo comentario. Y en ese momento le dejé por primera vez una respuesta escrita al lado de la suya, diciendo: « Lo siento, pero ella está sonriendo lo mejor que puede». Sé que Él se quedó pensativo con mi idea, porque no me volvió a comentar o tal vez se sintió avergonzado por hablar con alguien, eso creía yo en ese momento.

Tres días después me hallaba en el jardín, aun no obtenía alguna respuesta, lo que me comenzaba a decepcionar, la nieve ya cubría la tierra, con una gran capa de hielo granizado, como mamá lo definía. Y una mañana como cualquiera… solo lo encontré. Era muy temprano como para que alguien más estuviese despierto, pero una terrible pesadilla me despertó y no pude volver a conciliar el sueño.

Así que salí al jardín a formar bolitas de nieve, después de todo, no me encontraba motivada a pintar desde días atrás; de repente vi a alguien sentado, que sostenía entre sus dedos una Lycoris radiata. No mayor de siete años, con una capucha grande de rayas blanco y negro, similar a un niño.

Rápidamente me escondí detrás de los arbustos y como me encontraba con mi pequeño block de notas, decidí dejar un mensaje. « ¿Quién eres?» —Pregunté.

Y sin que pasase mucho respondió: « No lo sé». Así que nuevamente ahí estaba, conversando con el extraño que me obligaba a pintar lirios y me pedía una obra mejor cada vez. Desde ese día, Él siguió comentando sobre mi tercera obra y entonces entendí lo que Él quiso mostrarme, la vida de Alexa no había sido precisamente buena y a pesar de sus sonrisas, se podía adivinar un gran dolor en su corazón.

« ¿Ella se sentirá sola? » —Preguntó.

En esa pregunta, pude entender algo, la niña que había retratado y yo teníamos algo en común, aunque sus rojizos cabellos fuesen lisos, y sus labios expresasen una sonrisa, su mirada era tan inexpresiva como la mía. « ¿Crees que ella pueda cambiar?» —Volvió a preguntar. Eso golpeó fuertemente en mi cabeza y las lágrimas una vez que comenzaron, no cesaron de fluir… drenando todo el dolor e impotencia que había acumulado a lo largo de mi vida.

Había algo claro en ese momento, el sin número de ideas y preguntas, tenían una única intención, conducirme a una gran verdad.

Creo que en aquel momento comprendí algo, aquella niña en su obra nunca tendría un destello de esperanza en su mirada, a mi corta edad caí en la comodidad de esperar que todo fluyese a mi manera y aceptar como sucedieran los hechos; volver a confiar en las personas, dejar de tenerme lastima y quisiese o no, debía dejar de pensar que podría mantenerme aislada el resto de mi vida.

Y mientras tanto, mi obra habría quedado detenida.

Con el paso del tiempo el invierno llegó a su fin, dando paso a un nuevo renacer de la naturaleza, los árboles y las flores se vistieron de verde en los jardines del orfanato de Gelinha; la época primaveral reinaba en todo el ambiente, llenando de algarabía y color todas las cercanías.

Me encontraba en las afueras hablando con Celia, la chica nueva del lugar, que al igual que yo, era bastante tímida al comienzo (y quien se convertiría en una gran amiga) la verdad es que aún no hablaba bien, pero había comenzado a pronunciar unas cuantas palabras, las necesarias.

Recuerdo que ella llegó a ese lugar porque su madre era una drogadicta, las autoridades la habían encontrado a altas horas de la noche fuera de su casa, lo que llamó la atención; claro que nunca hablábamos de esas cosas, pasábamos la mayor parte del tiempo jugando, hablando de temas sin importancia, disfrutando de nuestra compañía.

— ¡Adoro cuando hablas sobre pintura Eloinne! —exclamó— quisiera poder aprender también sobre eso.

— ¿Te… ayudo? —Pues sería un placer, a cambio, te ayudaré a hablar más fluido ¿Te parece Eloinne? A lo que asentí con una sonrisa. Por la tarde nos preparábamos para una de las clases de historia, a lo que el ruido de un motor desvió nuestra atención, me acerqué a los amplios ventanales y comprobé para mi sorpresa que se trataba de la amable policía que tiempo atrás me ofreció su amistad.

Me enteré que ella llevaba mucho tiempo planeando mi adopción, y eso había llevado varios meses.

Por primera vez, después de mucho tiempo pude apreciar el majestuoso movimiento de las nubes, el vaivén de las copas de los árboles, azotadas por la brisa, escuchar el melodioso canto de las aves, y por primera vez, sentí un dulce calor en el corazón.

Pero… ¿Por qué sentía que aún faltaba algo por completar? Me acosté con esa duda y a la mañana siguiente encontraría la razón de mi incertidumbre. Así como cualquier día limpiaba mi habitación, ya que no duraba más de tres días sin limpieza, justo cuando pasaba por el caballete encontré escrito: « ¿No lo terminarás? » Me había olvidado por completo de mi tercera y última obra, había olvidado que gracias a las punzantes preguntas de ese ser; yo estaba ahí.

El mayor problema se hallaba en el tiempo en que tenía que realizar este favor. Ese se convertiría en la semana siguiente.

No me malinterpreten, yo no dejé por completo de dibujar, pero eso lo había terminado olvidando. Volví a comenzar los trazos, pero ¡Esperen! ¿Qué flores utilizaría? Las Lycoris hace mucho que se habían marchitado. « Necesitaría otros lirios» —dije.

En la mañana siguiente encontré en mi cama, un lirio a la vista de mis ojos. « Es la última que he conservado, dale un buen uso» —escribió. En cada trazo, en cada línea que hacía, quería demostrar mi agradecimiento; plasmé los colores más bellos que le puso a mi vida y pude darme cuenta que aquella niña sonreía con un nuevo brillo en los ojos.

Una vez terminado guardé mi trabajo, en la madrugada salí silenciosamente hacia los arbustos donde Él se hallaba, y esperé hasta que salió de su escondite, y entonces… decidí salir y verlo cara a cara.

Su misma chaqueta, pero su rostro… vaya que era especial, el cráneo de un animal o persona diferente al que conozcas, puedes intentar adivinar que animal es, pero no lo lograrías; con rasgos humanos, pero un cuernillo en la frente y dos dientes ligeramente alargados, creo que lo primero que me vino a la mente, era lo aterrador que podía resultar su apariencia, pero luego su expresión se volvió insegura, como la de un niño asustado… rápidamente saqué los tres lienzos, dejándolos lentamente en el pasto. Él los agarró y escribió con su pequeño lápiz (Que supongo habría robado) y me escribió en uno de ellos. « Son más hermosas cuando las puedo conservar en su mayor esplendor, ahora no temeré a que se marchiten» —Tienes razón…—respondí.

Él estaba sorprendido, parece que no esperaba que le hablase. « Gracias» —Volvió a escribir, para luego alejarse. Vale, no mentiré que no quería agarrarlo, quería detenerlo y explicarle toda mi historia, agradecerle por todas las palabras que me dijo, incluso quería que viniese conmigo y Brenda, pero no estaba bien, así que respeté su forma de despedirse e igualmente como llegó a mi vida se alejó.

Y una vez cerré las puertas del auto, fue como iniciar de cero. Retomé mis estudios, me gradué y me hice profesional, y ahora tengo una familia adorable que amo. Tal vez quise contarte esto porque Celia me llamó muy emocionada diciendo que será madre de una niña, o porque las Lycoris radiata están floreciendo en mi ventana, o porque hace dieciséis años renací como persona, o a lo mejor porque tengo la certeza que cada vez que alguien se siente solo y sin esperanzas en algún lugar, Él estará dispuesto a regalarle tres lirios, y pedirles que las retrate.


En la publicación de hoy:

    Mi amigo el de los Lirios, By: Gianna Quinto


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