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Escritores Noveles

La casa a mitad del camino

mayo 13, 2020

Un escrito de Luis Escorche

A continuación leerás un escrito de Luis Escorche, «La Casa a mitad del camino». Espero que lo disfrutes y dejes tu comentario al final.

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En la publicación de hoy:

    La Casa a mitad del camino

    María, inmóvil y fría, observaba a través de sus cuencas tan vacías como agusanadas; a los dos viejos esqueletos de huesos amarillentos, los que sentados en taburetes destartalados jugaban con su hijo no nacido en un rincón de la oscura y tenebrosa casa a la mita del camino.

    Nostálgica, los recuerdos le invaden… trasladándola a la casa de sus padres, unos meses atrás…

    Se visualiza en su solitaria habitación llorando de rabia, estaba castigada por las bajas notas del último examen. Siendo ella una joven muy fiestera, no poder salir en un día sábado por la noche era morir.

     ¡Era el fin del mundo!… ¡Literalmente lo fue!

    Pues las decisiones que tomo, la llevaron  donde se encontraba.

     ¡Muerta y fría!

    María esa noche no podía dejar de asistir a la fiesta que se celebraría al otro lado del pueblo, casi a la media noche se deslizo sigilosamente por la ventana de su habitación, sus padres dormían sin percatarse que la joven desobedecía sus ordenes y  al verse en la oscura calle sin ser descubierta; sonrío emprendiendo el camino.

    ¡Pero alguien la había estado observando!

    Un ser maligno que seria el responsable de su estado actual.

    Jose vecino y eterno enamorado de la joven, aunque nunca correspondido, pensó para si, al ver a María tan vulnerable y sola que esta era la oportunidad única para  saciar sus bajos instintos, por lo que ni corto ni perezoso se dispuso a seguir a la muchacha.

    María caminaba apresurada por la orilla de la carretera, el cielo se oscureció repentinamente y una brisa fría pego con fuerza en su cara, un escalofrío recorrió todo su cuerpo.

    ¡Se estaba acercando a la vieja casa a mitad del camino!

    Como en un trance, como hipnotizada se acercaba lentamente a la casa que parece llamarla, hasta una sonrisa macabra se dibujo en su cara al distinguir dos figuras esqueléticas que sonrientes la miran expectantes desde el umbral de la vieja casa. María  jamás se percato de que era seguida muy de cerca por un enfermo verdugo sediento de sexo, sangre y muerte.

    Justo en la entrada de la casa abandonada hace años, desde la aparición de los dos viejos habitantes de la misma ahorcados en el dintel de la puerta principal; el joven ya con un plan malvado en mente realizo su macabra jugada…

    ¡Salto sobre su presa indefensa!

    Continuara…

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