
El Ciclo de la Vida, by: Juan Sebastián Cárdenas.
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NACER
Ha desaparecido por completo la paz en mi cabeza, estoy impaciente las 24 horas del día,
me cuesta dormir, tengo pesadillas, paso noches en vela, todo me da miedo, me siento solo
e incomprendido, hacer el ridículo es lo que mejor hago. Quiero dedicarme a algo que amo
hacer desde pequeño, y me aterra pensar que era solo eso, un sueño bobo de la infancia. Y
claro que me apasiona. En realidad, me apasiona demasiado, pero no puedo vivir solo de mi
pasión, podría abandonar mi sueño y dedicarme a algo que me de dinero para tener una
vida sencilla. Pero mi joven ego me prohíbe desistir de mi lucha por dejar una pequeña
huella en la larga y densa historia de la humanidad. Eso confirma mi enunciado de que soy
un fracasado, pobre y endeudado con un futuro incierto que va directo y sin frenos al
abismo
Quizá estoy exagerando…
Eso fue todo lo que se me vino a la cabeza cuando mi madre me preguntó ¿qué pensaba
hacer cuando me graduara? Estaba en la sala tomando tinto con galletas y Eva, la mujer que
me dio la vida estaba viendo su novela, en los cortes comerciales decidió hacerme esa
simple pregunta. No sabía que iba a hacer con mi vida. pero sabía que iba a hacer esa
noche. Iba a beber para olvidarme de todas estas cosas que perturban mi paz.
Un amigo se iba de la ciudad e íbamos a salir como despedida. En ese momento todas las
celebraciones se resumian en perderse en alcohol, en un bar, en un parque o en una casa, la
verdad el lugar nunca fue problema; Conocer gente y hablar de cosas intrascendentes que al
otro día trascenderán en el subconsciente. Al principio eran fiestas pequeñas, luego mi
círculo social se hizo más y más grande. No es que fuera muy popular ni que hablara con
todos los que se reunían. Pero cuando de fiestas se trata todos son bienvenidos. Llegaban
todo tipo de personas, personas buenas, malas, mañosas, engreídas, humildes, ricas, pobres,
feas y hermosas: personas con pasados terribles y otras sin ningún futuro. Cada una
aportaba algo a las fiestas, peleas, drogas, alcohol, música, risas, historias, anécdotas, Todo
esto se mezclaba con el fin de pasar un buen rato. Y entre más descontrolado y nocivo
estuviera el ambiente mejor se pasaba. Pensábamos que no había mejor forma de sentirse
vivo que estando al borde de la muerte y de eso se trataba la vida. Al menos para mí, al
menos en ese momento.
Quien se iba era mi mejor amigo. Su nombre es Luis, era quien me acompañaba en mi
eterna labor de cuestionar el porqué de mi vida en la tierra y que a pesar de los miles de
fracasos no sucumbía ante las garras del conformismo. Él era esa persona con la que se
podía salir y no se necesitaba alcohol para hablar de un millón de estupideces sin sentido,
“estupideces sin sentido” era el sinónimo de sueños y metas por lograr. Los dos
encontrábamos apoyo mutuo en cualquier invento que se nos ocurriera, sin importar lo
ridículo que fuera siempre nos ayudamos a lograrlo. Y así juntos fallábamos, y
aprendíamos las lecciones de la vida. Siempre me decía que después de tantos errores y de
perder una y otra vez, si seguimos con la fe intacta de que somos especiales y tenemos una
misión en la tierra, es porque en realidad si teníamos algo especial. Tenía razón. Luis se iba
a otra ciudad porque lo habían llamado de una empresa de juguetes para trabajar como
diseñador. Era un gran paso para lograr su sueño de hacer su propia empresa de juguetes,
estaba muy feliz por él, pero me destrozaba el hecho de que ahora estaría solo en mi
búsqueda del sentido de mi vida.
Dejé la sala acompañado de un “no sé” de respuesta a la pregunta de mi madre y me fui a
mi habitación, me acosté en mi cama y escuché algo de música. Iba a verme con Luis Antes
de la reunión, quería hablar a solas con él y ese era el momento más indicado para hacerlo,
una última charla antes de su viaje. Quizá él me daría un poco de ánimo para que pudiera
seguir mi camino. Yo tenía más amigos, buenos amigos, pero con Luis habíamos logrado
ese tipo de conexión que no se consigue ni con el amor de la vida. Me quedé mirando el
techo de la habitación Viendo cómo iba pasando de color amarillo de la tarde al azul de la
noche. Me cambié y alisté para irme. Antes de salir mi madre me detuvo, se quedó
mirándome y protagonizó uno de esos momentos en los que las Mamás recuerdan que
somos sus hijos y que nos aman, empiezan a recordar la edad que tenemos, las cosas que
vivieron con nosotros, las enseñanzas mutuas, en fin, que buenos son esos momentos. Ese
día decidí abrazarla como hace mucho no lo hacía. Ella miro mi cara atribulada y
demacrado por mis mismos pensamientos, por algunas noches sin dormir y por las veces
que decidía usar el dinero de mi almuerzo para patrocinarme las fiestas. Me miraba, con
amor, preocupación y con orgullo, a pesar de que no le había dado ninguna razón para
sentir todo eso, no había hecho nada por ella, nada salvo darle dolores de cabeza. Quizá
también creía que yo cumpliria todo eso que me prometí. Al parecer tendrá otra gran
decepción.
– ¿Ya te vas? Me preguntó mi madre,
-Le respondí que sí, que llegaría tarde, que no me esperara despierta.
-Pensaba en ver unas películas – agregó mi madre mientras me miraba.
-No creo que pueda má, es la despedida de Luis. guarde silencio, -pero podríamos hacerlo
mañana.
Mi madre asintió con la cabeza, me sonrió, me dio la bendición y un beso en la frente.
Nunca entendere el amor de una madre o de un padre hacia sus hijos. Están segados, ven a
la misma bola de carne bañada en sangre que éramos al nacer. Quizá nos escuchan igual
que cuando dijimos nuestras primeras palabras, siempre preocupados de que no nos
hagamos daño a nosotros mismo, somos sus más valiosas posesiones, y eso que no les
pertenecemos. Es el verdadero amor, solo se comprende una vez que se tiene un hijo, así
que por el momento seguiré con la duda.
CRECER.
Salí de la casa, Tomé un bus, y llegué al parque donde siempre nos reunimos con Luis. En
ese parque vivimos un montón de cosas, siempre íbamos después del colegio. Lo recordé
porque había varios niños corriendo y jugando por ahí. luis ya había llegado, como de
costumbre llegue tarde, tenía un sixpack, me dio una cerveza y hablamos un poco.
– ¿ya tiene todo listo? Le pregunté a Luis
-ya, todo está empacado…pero la verdad me da cagada la idea de comenzar en otro lugar.
Aquí está toda mi vida. -respondió Luis
–en unos meses su vida va a estar allá perro… la verdad estoy muy feliz por usted. Lo
logró, igual que como lo soñábamos, no me sorprende, yo sabía que lo iba a hacer tarde o
temprano –
– ¿Va a llorar? –
– lo veré llorando ahorita todo borracho-
– eso le digo
Estuvimos Hablando hasta las 8. hablábamos de los miles de veces que veníamos a jugar a
este parque, yo evitando a toda costa que los balonazos atravesaran el arco, los errores de
un arquero son definitivos para el resultado de un partido, podría decir eso de cualquier
error de los jugadores, pero es en el último hombre en quien recae la responsabilidad si es o
no es un gol. fueron muchas derrotas y algunas victorias claro que si, las derrotas nos daban
lecciones para seguir mejorando, partidos de microfútbol 5 contra 5 jugábamos con todo
tipo de personas, personas buenas, malas, mañosas, engreídas, humildes, ricas, pobres, feas
y hermosas. personas con pasados terribles y otras sin ningún futuro. el mundo se trataba de
ganar esos partidos, en ese mismo parque comenzamos a salir, a divertirnos, reunirnos a
hablar, el fútbol quedó en un segundo plano pero las charlas con Luis era una tradición que
quedaron marcadas como los mensajes que se escribían en la banca donde nos sentabamos.
habían charlas que se extendían hasta el amanecer, charlas de dos almas soñadoras que
veían un mundo de posibilidades ante sus ojos.
Más tarde empezaron a llegar más amigos, todos con ganas de divertirse un poco y olvidar
la semana que habían pasado, comenzamos a tomar y hablar hasta que llego alguien
diciendo que había una fiesta en el Álvarez (un barrio popular), todos decidimos ir a aquel
lugar para seguir con la celebración y despedida de Luis.
Todos estaban tomando y bailando. Era una casa grande de solo un piso, la sala era enorme,
ahí era la pista de baile, cabían más o menos 20 personas pero estaban bailando unas 30. A
pesar de que era una casa, había luces de colores, humo y un gran equipo de sonido, como
en una discoteca. En el baño había un bombillo color verde que destaca de toda la casa, era
una buena idea en caso de que tuviera que buscar rápidamente un lugar donde vomitar. Solo
debía seguir la luz verde y ya estuvo. Había un pasillo largo que llevaba a una especie de
patio donde no había techo, pero sí un jardín pequeño. En los arbustos y paredes había
luces de navidad amarillas y de colores. Ese lugar era más para conversar, tomar, y fumar.
Nos quedamos en el patio con mis amigos. Por alguna razón terminamos hablando de las
parejas del colegio, yo nunca había tenía una pareja en el colegio, y me puse a pensar que
por más que me esfuerce y haga todo lo posible nunca podré tener una novia en el colegio,
sencillamente porque ya no estoy en el colegio. El tiempo siempre juega en nuestra contra.
Cada momento de mi existencia en que tomaba una mala decisión o no me arriesgaba a
hacer algo, era una oportunidad que perdía. Quizá después no se repita o nunca se vuelva a
dar el momento indicado. La vida se basa en un ahora o nunca. Quizá esa noche era mi
ahora. En una noche no se puede lograr muchas cosas, pero quizá en un futuro cercano
pueda decir que tuve las mejores fiestas durante mi periodo en la universidad. O quizá me
arrepienta todos los días por estar lleno de enfermedades causadas por el alcohol y los
excesos. Es la ruleta rusa de la vida.
Como a las 10 llegaron un grupo de personas a la fiesta, entre ellas una niña muy linda, me
quedé mirándola hasta que ella lo notó. En una situación cotidiana esto no hubiera
sucedido, pero estábamos en una fiesta y el trago ya estaba surtiendo efecto, un poco de
valor embotellado para atreverme a hablarle. En el momento que ella notó que la miraba,
sonrió, y esa fue la señal para mi. Mientras caminaba hacia a ella pensaba que, si el destino
lo quería, ella podría convertirse en el amor de mi vida, me refiero a que existía la
posibilidad que tengamos una linda noche, y quedamos de vernos mañana, y sigamos
saliendo. luego seamos novios y sin darme cuenta puf ya somos viejos y estamos cuidado a
nuestros nietos, o quizá simplemente coja con ella y nunca la vuelva a ver. Creo que nunca
llegamos a darles el valor necesario a las personas, son como figurantes. Personajes que
llegan dicen su línea de diálogo y se van. Todos estamos metidos en nuestras historias, en
las que somos protagonistas, pensando que tenemos la vida más difícil, que somos
especiales y que nuestra vida es la más interesante. Hubo un tiempo donde yo pensaba eso,
pero en este momento nunca gastaría dinero para leer una historia tan de la mierda como la
mía, ya era muy predecible, el clásico tonto que todo le salía mal y eso se repite hasta el
final del cuento, el personaje no evoluciona, se estanca, y sólo imagina cómo cambiar su
futuro. Busca una solución a su situación, pero sigue tomando las peores decisiones. Y sus
pensamientos se contradicen con sus acciones. Creo que me estoy dañando la fiesta.
Debería dejar de pensar en eso. Ya estaba frente a la chica. Me acerqué y le dije.
-Hola ¿Cómo estás? a lo que ella respondió –hola, bien y ¿tú? – La verdad podría responder
muchas cosas negativas en ese instante. Podría decirle que me sentía como una porquería, y
solo estaba en ese lugar porque los únicos momentos en donde no estoy consumido en la
tristeza por mi eminente camino hacia la ruina es cuando me olvido hasta de mi nombre
gracias al alcohol, pero decidí decirle que estaba bien y le invité un trago, y así iniciamos
nuestra linda y normal conversación. Hablamos y tomamos por una hora. Algo que me
caracteriza es que no sé cuándo detenerme. Y con el trago no es la excepción. Porque nunca
es suficiente alcohol si de borrar todo rastro de dignidad se trata.
Entre más tomaba más iba perdiendo el hilo de la conversación, aunque podía verla reír
cada vez más. En ese momento con verla reír me bastaba para estar distraído y feliz. Ya
Estaba en ese punto en que podía decidir si seguir tomando y perder la conciencia. o dejar
hasta ahí con el trago mantenerme un poco ebrio y disfrutar de la noche. Supongo que a
esta altura del relato sabrán qué decisión tomé.
Después de unos nueve shots de ginebra de diez mil pesos, ya veía un poco borroso, mi
cerebro cortaba algunos momentos, había pequeñas elipsis de tiempo. Mi piloto automático
se había activado. Digamos que mi estado más primitivo de conciencia siempre sabe cómo
hacer las cosas, al menos mejor que cuando estoy sobrio. Lo digo porque en uno de esos
pequeños cortes, me encontraba besando a la chica. No duró mucho. Enseguida hubo otro
corte y estaba en el baño vomitando. no podía coordinar en lo absoluto, ese pudo ser el fin
de la noche. Me miré al espejo y noté lo ebrio que estaba. no iba a dejar que mi felicidad
momentánea se acabara tan rápido. me convencí de que estaba bien, tome agua, y me di el
ánimo que necesitaba paro volver al juego
REPRODUCIRSE.
Salí del baño y afuera estaba la chica esperándome. Por cierto, su nombre es Juliana. En ese
momento con la luz verde del baño pegándole directo pude apreciar más su belleza, tenía el
cabello castaño, con pequeños rayos color chocolate, ojos de color café claro, unas pocas
pecas en su rostro, podría decir que eran menos de 20 pecas, pero no puedo asegurar nada.
Era de esas chicas que no iban a estar en una revista o iban a ser modelos. seguía la moda
del momento, quizá un poco parecida a muchas que se ven por ahí, pero su intento por no
robar la atención de todos y no pretender ser nadie que en realidad no es, la hacía especial,
por lo menos para mí, por lo menos esa noche.
algo que me atrajo de esta chica es que de su chaqueta sacó una pastilla de éxtasis, se
comió la mitad y me embutió la otra. Apenas se pasó la pastilla se lanzó a besarme. Quizá
ella también tenía en sus planes divertirse al punto de olvidar la vida que llevaba. seguimos
hablando por media hora, la verdad nunca había probado el MDMA. Sentía que en
cualquier momento me iba detonar, pero también pensaba en que habían estafado a la joven
y dulce Juliana…
Unos minutos después tuve que tragarme mis pensamientos, nunca había sentido tanta
euforia, quería hacer de todo, y sentía que lo podía lograr. Pero en ese momento lo más
indicado era bailar. Tomé la mano de juliana y nos fuimos a la sala, estaba sonando la
mejor canción de mundo, no sabía cómo se llamaba, ni cómo iba la letra o el ritmo, pero
estaba seguro de que era la mejor canción del mundo, todo se veía más brillante, los colores
eran más vivos. Los rostros de las personas se veían más alegres Y todo se sentía tan
placentero. Juliana me dio un beso. Mi cerebro no procesaba tanto placer, podía sentir
como ella también lo disfrutaba. Nuestros sistemas nerviosos estaban conectados. Sentir su
respiración me gustaba de sobremanera, sentir sus latidos, su lengua en mi boca, sus
caderas en mis manos. Daría lo que fuera por vivir el resto de mi vida en este instante. Todo
era perfecto. Estaba viviendo todo lo que sucedía con mis cinco o seis sentidos. No había
preocupaciones, lo único que me interesaba era prolongar ese instante. Esa experiencia fue
denominada en la historia de mi vida como el momento de oro, a pesar de que era una
ilusión. Un poco patético pensar que uno de los mejores momentos de mi vida era causado
por una droga que se creó en un laboratorio. Pero no podía pensar en lo malo. No pensaba
en los errores de mi pasado, ni en lo incierto que es mi futuro.
Todo lo que sucedía a mí alrededor estaba en control. Yo estaba con una mujer linda, me
sentía feliz. Mis amigos estaban contentos rondado la sala, dándole trago a todos lo que
veían por ahí. Aunque ellos no habían consumido éxtasis en su rostro se podía ver la
felicidad. Ellos se acercaron con una botella de quién sabe qué. Tomé por 10 segundos uno
de los más ricos manjares de alcohol que había probado. No podía dejar de bailar,
estuvimos en la pista de baile por más de una hora. Lo que hablaba no tenía mucha
importancia, en realidad sólo hacía pequeños comentarios de lo bien que me sentía. Y
juliana me respondía que se sentía igual o mejor que yo. Discutimos por saber quién de los
dos estaba más feliz. Durante esa inocente discusión noté que una de las puertas del pasillo
estaba abierta. De adentro del lugar salía una luz rosada. Miré a juliana y le señalé el lugar.
Esa luz nos atraía. Deseaba estar en ese cuarto. Sin darnos cuenta los dos ya estábamos allí.
A pasar que sentía el efecto del MD, también podía notar sutilmente los efectos del
alcohol. Mientras pensaba en eso mis manos le desprendían la camisa a juliana. Mi cuerpo
actuaba más rápido que mi mente. Verla desnuda no podía ser comparado con ninguna cosa
que hubiera apreciado antes. Mi sentido del tacto estaba demasiado sensible, todo mi ser se
había vuelto una mano gigante que tocaba por completo el cuerpo de juliana, podía sentir
sus poros abrirse, su piel respirar, nos fundimos para crear un ser nuevo, éramos juntos y
existíamos los dos, nos empapamos de nosotros mismos y estuvimos así hasta venirnos. El
destino hizo que pudiéramos venirnos a la misma vez. Seguido de eso el brillante y vivo
color rosado de la habitación había desaparecido por completo y de golpe. Y así mismo
todos los efectos del éxtasis. La euforia, el ánimo, la energía. Y también el control Habían
desaparecido. Me sentía más ebrio que nunca, todo me daba vueltas no lograba pensar con
claridad. Todo se fue en un parpadeo. No podía creer lo fácil que esa droga había engañado
a mi mente. Me senté a la orilla de la cama. Juliana estaba vistiéndose a mi lado.
-ya se te bajó verdad. Asentí con la cabeza –el éxtasis baja cuando menos te lo esperas.
-Acabo de darme cuenta. Le respondí. – Deberíamos vernos otra vez, ¿no crees?… – yo
creo que no vernos otra vez sería un insulto a lo que pasó esta noche. Ella se rio, yo le
devolví una sonrisa. Tengo que aceptar que esa frase que dije era digna de un guión de
telenovela juvenil. Desde el momento que me comí la pastilla había tomado mucho, perdí la
cuenta de todo lo que bebí. Estando en la orilla de la cama, justo después de decir mi frase
de película mi cerebro se apagó. Cuando abrí los ojos estaba vomitando en la calle, a unas
cuadras de la casa. A mi lado estaba Luis. Lo miré con mi clásica cara de estúpido que sabe
que se cago la noche. Me despedí de Luis y le dije llorando que esperaba que siguiera
cumpliendo sus sueños. la fiesta había acabado para mí.
MORIR.
– ¿se va a ir solo? Me preguntó Luis. Yo le dije que sí. – me escribe cuando llegué – Asentí
e Inicié mi viaje por la ciudad hasta mi casa. Todas las fiestas a las que iba terminaban así.
A veces estamos en el lugar equivocado en el momento equivocado, esto nos lleva a
encontrarnos con personas con las que nunca debimos toparnos. Un tipo con un aspecto de
persona desechada por la vida se acercaba mí. Yo no tenía el celular más caro. No tenía
dinero ni para el taxi. Solo tenía alcohol en la sangre y dolor de cabeza. Y la intención del
tipo tampoco era robarme o volverse millonario conmigo. Solo era alguien que tenía una
vida más miserable que la mía y un cuchillo. Ese tipo se sintió digno de determinar que ese
sería mi último día en la tierra. Todo fue muy rápido Sentía como el cuchillo entraba una y
otra vez en mi cuerpo. Mi vida salía por las heridas que dejaba. Yo que creía que no iba a
drogarme más esa noche. Había leído acerca del DMT, una droga bastante popular en otros
países. Resulta que Varios científicos dicen que en el momento de nuestra muerte el
cerebro libera esta sustancia, y tenemos un viaje antes de morir. Esta droga hace ver
alucinaciones y hace que el tiempo vaya lento. Dicen que revela las verdades del universo,
el sentido de la vida. Triste que lo descubramos al morir. Más triste que no hubiera consumido DMT cuando estaba vivo. Estaba llorando. Estaba asustado. Me preocupaba no
poder llegar a mi casa y enviarle el mensaje a luis. Él Iba a estar pensando en eso toda la
noche y no dormiría tranquilo. Espero que esto no afecte su viaje a Medellín. Me sentiría
culpable por toda la eternidad. No podría ver las películas con mi madre mañana, ella
estaba muy emocionada por eso. Me hubiera gustado solo cumplirle ese deseo. Quizá si
hubiera sido menos egoísta habría pasado más tiempo con mi madre en vez de encerrarme y
perder el tiempo pensando en cómo podía figurar. Tampoco podría salir con Juliana de
nuevo. No quiero que piense que solo quería coger con ella y ya. Duré mucho tiempo
preocupándome cómo iba a ser mi futuro y no pensé en el ahora. Ahora estoy muerto lo
único que logré Cumplir fue el crudo y vacío ciclo de la vida que me enseñaron desde
prejardín. Desde ese momento nos preparan para nada más.
NACES
CRECES
TE REPRODUCES
Y MUERES.
EL CICLO DE LA VIDA
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