Sobre Ricardo Darín

La profesión de actor es una de las más difíciles porque siendo uno debes ser muchos al mismo tiempo. Y el instrumento de trabajo eres tú mismo y tu cuerpo, más nada.  Al pensar en buenos actores se me vienen muchos nombres a la cabeza, actores de diversas nacionalidades, actores que hablan varios idiomas, que son muy guapos algunos, que han hecho personajes memorables. Primeros actores, galanes, qué se yo, muchísimos. Pero de vez en cuando nace alguno que hace de cada personaje un ser memorable y más que nada un ser creíble, un ser autentico que sientes que en cualquier momento lo vas a conocer, que te lo vas a tropezar porque es una persona de verdad.


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Ese particular don lo tiene el argentino Ricardo Darín. La primera vez que supe de él fue en el año 2011, caminando por el centro de mi ciudad encontré en un puesto de venta de películas, una que primero me llamó la atención por lo poético de su nombre “El secreto de sus ojos”, luego ver que era una película de factura argentina me llamó más la atención, pues en Venezuela es muy poco común ver películas de ese país y por último que el vendedor la ponderó muy bien (cosa extraña pues ellos por lo regular recomiendan las películas de acción o de terror) utilizando como argumento de mayor peso que había ganado el Oscar a mejor película extranjera el año anterior.  Total del cuento es que la compré. ¡La película me encantó! Un argumento excelente que dado su contexto histórico es completamente factible, dirección impecable, un desenlace inesperado y un muy buen trabajo actoral; además de buen sonido, fotografía, ambientación. Y allí, en esa película me encontré con un actor que me enganchó.

Volví al puesto de películas y pregunté si tenían alguna otra de ese mismo actor por supuesto dijeron que no, al igual que en otros muchos puestos, así que no me quedó otra alternativa que buscar por internet para poder ver su trabajo. Así he logrado ver casi toda su filmografía, lo que dió como resultado que me volviese una fanática de Darín. Pero no una fanática de éstas que matan y mueren por un beso de su artista o que ven lo ¡¡¡beeeeeeelloooo!!! que es. No. Una fanática que admira su trabajo y atesora sus películas.

Porque el punto con Darín es que los ves en cada película y aunque es el mismo,  es absolutamente diferente. Los cambios físicos que realiza de un personaje al otro son muy elementales si se quiere, con barba este, cara rasurada el otro, el pelo casi al rape aquí, más largo allá. Lo que realmente cambia y trasforma es su interior. Es como si su alma saliera de su cuerpo y se lo prestara a a ésa alma que es el personaje, que necesita encarnarse para poder mostrar en una película el drama de su vida. Que cuando habla, llora, ama, ríe y cuenta algo se lo crees. Lo ves y es verdad, realidad. Crees en sus sentimientos, su confusión, su angustia.  Tiene lo que en términos de mi querido profesor de actuación Luís Márquez Páez (q.e.p.d.) es “fé y sentido de la verdad” eso es lo que hace a Ricardo Darín el maravilloso actor que es: tiene un contundente manejo de la verdad del personaje. Lo asimila. Lo internaliza de tal forma que pasa a ser  realmente ese hombre que nos cuenta su historia.

Por eso es que Ricardo Darín es una verdad y mil verdades. Él es lo que un verdadero buen actor debe ser, de adentro hacia afuera. Que cuando lo miras a los ojos encuentras todos los sentimientos del personaje allí y te habla con la mirada, con un gesto, con el silencio. Y le entiendes clarito todo. Y te conmueves y vas sintiendo con él todo lo que por esa mente o esa alma está transcurriendo. En  “Elefante blanco” de 2012,  admiras a ese cura villero entregado al rescate de esa comunidad, cansado de luchar contra los grupos poderosos que parecen que hacen pero que no hacen nada finalmente.

En la ya nombrada  “El secreto de sus ojos” de 2009, crees en la honestidad y el compromiso de ese abogado y en el profundo amor que siente por su jefa,  en su comprensión por el dolor y la determinación del viudo ya que probablemente él hubiese hecho lo mismo. En “Kamchatka” de 2002, es una maravilla como combina las figuras de padre e hijo, pues a momentos es el hijo conflictuado con el padre y en otros es el padre amante que protege a sus hijos, pero ambos seres llenos de un profundo amor por su familia.

En fin son tantos los personajes profundos, densos, intensos, plenos de matices, unos multicolor y otros en la escala de grises, pero todos con una tremenda riqueza interior que sin duda es de alguna manera eco de la riqueza que ha de haber en el alma de éste actor. También es de destacar el tino que éste hombre tiene para escoger o aceptar personajes y películas. Ninguna tiene desperdicio. Cada una toca temas importantes, en la mayoría de los casos las relaciones interpersonales, la gente ante la gente, la vida y las circunstancias.

Ahora de nuevo está en la palestra con su personificación del fiscal Julio César Strassera en la aclamada cinta “Argentina, 1985” producida y dirigida por Santiago Mitre,  la cual acaba de ganar el Globo de Oro a mejor película de habla no inglesa y está entre las cinco candidatas al Oscar en el mismo renglón. Así que por segunda vez Darín compite por el Óscar y Argentina, como país, lo hace por cuarta vez.

De todo corazón deseé  que Argentina ganara,  por varias razones: la primera por fan de Darín, la segunda porque el tema es sumamente sensible para el país sureño por lo duro, reciente y real,  y porque me encanta el cine argentino sobre todo cuando toca temas emocionales, dramas existenciales lo cual  hacen de manera magistral. Lamentablemente no sucedió como quería, ganó la película alemana “Sin novedad en el frente” basada en la novela de Erich María Remarque y esta es la tercera versión que se hace de esta novela, lo que en mi opinión la vuelve algo así como más de lo mismo. No quiero con esto denigrar ni de la novela, mucho menos del autor ni de la película, sólo que por  ser la tercera versión de una misma historia como que no tiene mayor novedad en el frente…

En todo caso sólo me resta agradecer a  Ricardo Darín por tomarse su trabajo de actor tan en serio, por hacer de cada personaje una clase magistral de veracidad y buena actuación,  por deleitarnos con su talento y por darnos la oportunidad de ver buen cine.

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